Pensar el futuro

Empecemos aclarando que este artículo fue escrito por un ser humano. Decir esto puede parecer absurdo, pero una vez terminado de leer los párrafos siguientes, el lector entenderá porqué hacemos tal aclaración.

Vamos a estar hablando de Inteligencia Artificial, un tema que últimamente se ha instalado en los medios y que la sociedad experimenta en carne propia. Un fenómeno que no es tan nuevo pero que, se espera, tendrá consecuencias significativas en nuestro modo de vivir en el futuro. En resumidas palabras, la inteligencia artificial puede cambiar el mundo para siempre en los próximos años.

Pero ¿qué es la inteligencia artificial? A grandes rasgos, es la creación de un conjunto de máquinas y programas que se valen de algoritmos informáticos con el fin de imitar la inteligencia de los humanos y así facilitarnos ciertas tareas a la vez que posibilitar otras. En este punto, empezamos a tener que hacer distinciones. Porque una cosa es facilitarnos una tarea, como puede ser la de dar respuestas de soporte técnico a una gran cantidad de usuarios de un servicio, y otra la de crear realidades u objetos a partir de ejemplos humanos como puede ser la música creada con softwares que imitan la voz de personas que ya fallecieron.

El consenso es que la AI (Artificial Intelligence) se divide en su versión débil, que es, por ejemplo, cuando un programa hace una tarea especifica como un bot de atención al público; y aquella versión que llamamos fuerte: aquella que excediese nuestra propia capacidad y potencialmente pudiera alcanza la singularidad; es decir, la posibilidad de mejorarse automática e independientemente de nosotros.

La inteligencia artificial “aprende” y evoluciona. Por ahora, valiéndose de reglas algorítmicas que los programadores incluyen y de datos que los usuarios van proporcionando de forma exponencial. Reglas y datos que, hoy, no implican independencia del ser humano.

Ejemplos concretos de AI ya existentes y que utilizamos en nuestra vida diaria son los asistentes por voz como Alexa o Siri, los smartphones, los algoritmos de las redes sociales como Instagram o Twitter, navegadores como Maps o Waze, el reconocimiento facial en aeropuertos, los chatbot, etcétera. Es decir, la inteligencia artificial ya está entre nosotros, la utilizamos un sinfín de veces en nuestra vida diaria a la cual ha transformado de forma definitiva. Y se espera que esto continue y, cada vez más, utilicemos AI en nuestra experiencia diaria.

En las últimas semanas, el ChatGPT de la empresa OpenAI puso el tema en la agenda de los medios y muchos empezaron a hacerse preguntas que hasta ahora no se hacían. Fundamentalmente, el ChatGPT es un desarrollo a partir de anteriores modelos de chatbot con la especificidad que ha llegado a un grado de “evolución” tal, que demuestra ciertos rasgos que consideramos “humanizados”, como puede ser la sensibilidad artística. Aclaremos: aún una maquina no ha podido sentir, improvisar o pensar como un individuo; pero sí el ChatGPT ha podido escribir poemas a partir de las premisas que le da el usuario, elaborar ejemplos publicitarios según ciertos parámetros, etcétera. Con un alto grado de aprendizaje automático y una enorme base de datos, se demuestra como una posibilidad tecnológica concreta para áreas como el marketing y la educación, a la vez que evidencia las posibilidades que este tipo de AI tiene en áreas como la contabilidad o el arte. Entonces, los seres humanos por estos días empezamos a avizorar el paisaje técnico del futuro. Y en esta discusión, aparece la duda, como la hipótesis del Basilismo de Roko[1], puede que no todo sea color de rosas en ese futuro.

A punto tal la discusión sobre ChatGPT en específico y sobre inteligencia artificial en general escaló, que un grupo de cracks hiper tecnológicos publicó una suerte de solicitada pidiendo que el desarrollo de este tipo de tecnologías sea pausado hasta que los gobiernos y las sociedades puedan establecer marcos para su adopción sana. Porque una de las discusiones fuertes es esta, a qué ritmo en esta carrera contemporánea corren los humanos y la técnica.

Los Estados alrededor del mundo ya están interviniendo de forma variada en el tema. Desde aquellos gobiernos que no permiten que una aplicación funcione dentro de sus dominios soberanos por razones de espionaje, hasta aquellos que acompañan con legislación su desarrollo y uso. En ese sentido, por ejemplo, la Unión Europea trabaja en un reglamento que busca sincronizar la AI con los textos constitucionales de los países que la componen. Por ejemplo, clasifica a los sistemas inteligentes en categorías en relación a su peligrosidad potencial para la sociedad, el comercio y el gobierno. En ese sentido, define inteligencias artificiales inaceptables, es decir, aquellas que trabajen a nivel subliminal o tengan características violatorias de la intimidad en el orden de lo biométrico. Luego define otras tecnologías como de alto riesgo: aquellas que se usan para fines clasificatorios en cuanto a solvencia crediticia, antecedentes médicos y cualquier otra inteligencia que se fundamente en bases de datos sensibles. Por último, están las AI de poco o mínimo riesgo como los bots o los mapas inteligentes.

La Unión Europea espera establecer controles para los sistemas inteligentes de mínimo o alto riesgo como puede ser políticas de información de uso de datos sensibles en las aplicaciones o monopolio gubernamental de los datos biométricos en tanto que aquella categoría de riesgo que se considera inaceptable, no seria posible de permitir en los países de la unión por el alto riesgo que implica para las democracias y los individuos.

Retomando, lo que el Future of life Institute (con Elon Musk entre sus integrantes) dice, es que la sociedad mundial no está acompañando sincrónicamente el avance de la tecnología. La UNESCO, de la misma forma, publico que las AI junto a otras biotecnologías como la genómica, han abierto la puerta a lo que llaman la cuarta revolución industrial[2]. Es un poco lo que se habla cuando se afirma que se ha pasado de la era de internet 2 a la web 3 y las DAO basadas en blockchain (donde se espera el cumplimiento del ideal democratizador originario de internet, porque el poder pasaría de las big tech concentradas a los usuarios). Esta utopía tecnológica se puede imaginar mas fácilmente hoy que vivimos en un mundo hiper tecnologizado.

Entonces, dado este panorama, hay quienes apuestan a un mundo donde el ser humano se independice del trabajo y tenga mas tiempo para el ocio, con comunidades más igualitarias y democráticas producto de una gestión del poder distributiva. Donde todos los seres humanos tendrían la misma capacidad de voto y la toma de decisión sería democratizada. Pero otros, en cambio, creen que el avance de la técnica puede llevar a sociedades hiper informatizadas no necesariamente igualitarias con el riesgo consecuente a la manipulación de los datos, la dependencia del ser humano respecto de internet (hoy se cae Watsapp y cunde el pánico) e incluso futuros distópicos donde las máquinas han sometido a nuestra especie luego de la guerra y la conquista. Mucha ficción abona este temor: libros como 1984 de Orwell o Un mundo feliz de Huxley, películas como Terminator, Soy leyenda, I am mother, Ex machina son sólo unos pocos de los miles de ejemplos que el arte nos ha proporcionado pensando en las potencialidades y riesgos del saber y la ciencia.

La aldea global del futuro es ya pensable, lo cual nos plantea una serie de interrogantes que tienen que ver con la condición humana y por ello, con nuestro destino. ¿Qué significa el miedo a que las máquinas nos reemplacen? ¿Qué es eso que reemplazaría los robots y que define lo característicamente humano? ¿Es posible que las computadoras se expresen artísticamente de forma similar a la sensibilidad del hombre? ¿Qué aporta el uso de grandes bases de datos a la gobernabilidad? Y relacionado con esto, el futuro de la humanidad, ¿es capitalista? Son todas las inquietudes que el progreso de la ciencia ha ido acarreando y que hoy, una vez más, se ponen en cuestión. Por ejemplo, la servidumbre del hombre que muchos imaginan, ¿es producto de la coerción o de la dependencia? Es decir, como en Terminator, en tal fecha las máquinas se despiertan y nos someten, ¿o la total dependencia del humano de las redes es un proceso largo de acostumbramiento y deshumanización?

A nivel planetario la reconfiguración del trabajo con la automatización de las fábricas, parte las aguas en torno a si habrán oleadas masivas de desempleo o si el hombre se adaptara a esta nueva etapa a partir de trabajos novedosos que al día de hoy no existen (por ejemplo, los diseñadores y la PC/Photoshop como herramienta de trabajo en el pasado). En relación a la posibilidad de un aumento en los índices de desempleo, muchos países plantean la posibilidad de gravar a aquellas corporaciones que reemplacen humanos por maquinas para, de esta forma, aplicar un esquema de rentas que apuntalen este efecto. La posible perdida de 300 millones de empleos a escala mundial prende todas las alarmas[3]. Porque en la visión del humano dedicado a las artes y el ocio gracias al progreso de la robótica, tiene como contra partida la pregunta de ¿cómo acceden esas personas a los bienes y servicios?

La robótica podría, a su vez, poner fin a la visión antropocéntrica que hemos venido teniendo hasta ahora, en la medida en que las AI pudieran automatizarse creando una especie nueva. Hasta ahora los robots adoptan la forma humana y las redes de intercambio de datos tienen el esquema de redes y nodos neuronales. ¿Pero quien puede asegurar qué forma podrían tomar a futuro? ¿Estamos preparados para convivir con una especie no humana novedosa?

Por otro lado, cada vez más las realidades virtuales son comunes. Desde aquel programa que se llamaba Sims donde jugábamos a construirnos un mundo, pasando por el metaverso, las aplicaciones de citas y el consumo de sexo vía redes sociales, se abre todo un nuevo panorama que nos pone a pensar acerca de cómo viviremos la existencia del futuro. ¿Se acuerdan de esa escena en la película de Stallone llamada Demolition man en la que practica el sexo virtual (el único sexo permitido por esa sociedad futurista) con Sandra Bullock? Esa forma de practica del sexo nos parece lejana, pero ¿cómo practicamos el cariño hoy mediante el uso de emojis? ¿Cómo se produce la conquista erótica por medio de Tinder? ¿Qué porcentaje de la vida diaria representa el consumo de erotismo y pornografía en las redes respecto del contacto físico real? Este tipo de preguntas nos dan indicadores de ciertas tendencias a partir de las cuales se puede delinear una visión de lo que se viene. ¿Cómo se relacionará el ser humano con el deseo?

Hoy la creciente importancia de las redes sociales (y de la publicidad) pareciera contradecir esa visión de un hombre independizado del trabajo dedicándose al arte y el esparcimiento. Porque hoy, cada vez más, Instagram o Twitch invaden nuestros momentos de ocio. Entonces ¿es una independencia real o más bien se trata de la total colonización de las lógicas de mercado sobre la vida humana? Porque primero hay que recordar que aplicaciones como Instagram viven de los ingresos por publicidad, para luego pensar qué lugar le asignamos en nuestras vidas a esta y otras App. Pero el asunto no es sólo ese: cada vez que usamos Google, le estamos proporcionando a mega corporaciones, todos los datos de nuestra vida posibilitando a las futuras inteligencias artificiales, la sombrosa capacidad de predecirnos.

En una hipótesis que plantearía que el futuro tecnológico siga siendo capitalista, la materia prima de las big tech es nuestra propia vida diaria. Con la posibilidad de monetizar hasta el mínimo aspecto de nuestra existencia. Nosotros mismos sin darnos cuenta estamos trabajando en proporcionar datos y en permitir la evolución de aplicaciones que, en apariencia inofensivas, establecen modelos de nuestros propios comportamientos volviendo nuestro futuro predecible. Una vez más, en tal contexto, ¿cómo nos relacionaremos con nuestro deseo? ¿Cómo será el ser humano una vez que su mundo esté preconfigurado para satisfacerlo al cien por ciento? Nuestro comportamiento es el excedente que la cuarta industrialización se apropiaría cada vez que googleamos algo. Algo de esto puede verse en El dilema de las redes sociales, un documental donde se explicitan una serie de mecanismos de las empresas dueñas de estas aplicaciones.

Todos estos desafíos explicitan la necesidad de los Estados de proponer discusiones acerca de cómo nos adaptaremos a estos cambios. De hecho, la hoy un poco alicaída fiebre del cripto, ya había puesto a trabajar a los gobiernos alrededor del mundo por la peligrosidad que estas monedas virtuales tenían sobre la soberanía y la estabilidad de los países[4]. Las e-wallet representan economías paralelas no reguladas que tienen un potencial peligrosamente dañino. Entonces es necesario dar estas discusiones que atañen a la forma en que las sociedades se darán marcos legales que regulen todas estas prácticas. Por ejemplo, hoy hay clubes de e-sports e incluso empresas que ofrecen oficinas de streaming desde donde transmitir contenido que muchas veces es erótico o triple equis. En la mayoría de los casos, y como paso con Uber en Argentina, el Estado llega tarde porque como las empresas mayormente están ubicadas en el exterior, la posibilidad de los organismos de control de regular los contenidos en internet es escasa. Por ejemplo, de forma tardía se llegó a judicializar los esquemas Ponzi que poblaban las publicidades de cryptocoins en Instagram. Un posible escenario futuro con sociedades desiguales, recursos escasos y soberanías débiles, plantea la necesidad de marcos regulatorios a nivel planetario (no nos olvidemos que la gran mayoría de los recursos armamentísticos de mayor escala, son manejados a partir de la informática).

También se debe discutir qué ideologías tendrán estos futuros tecnológicos. De la mano de qué empresas tendrán la potestad de semejantes realidades, está el cómo cada sociedad lidiará con los problemas que se deriven de su adopción. Por ejemplo, cómo manejaremos la cuestión ecológica. Teniendo en cuenta que hay muchísimos países que todavía no han entrado en una fase avanzada de industrialización y que todavía en el mundo existen dominios coloniales, ¿en qué condiciones entrarán esos países a la quimera de las cyber-ciudades? Pareciera que la realidad de cyber-Siberia(s) que bosquejaba Solari en su obra, es uno de los escenarios probables.

Por último, esta el tema de penetración de la técnica en el cuerpo. La ciencia ha atravesado el cuerpo a tal nivel que hoy la reproducción humana asistida es una realidad con la posibilidad futura de una selección artificial. Humanos mejorados desde la concepción que se adaptan mejor a las condiciones ambientales, viven más y son mas felices. Las acciones de las farmacéuticas post covid están por las nubes y la AI asiste cada vez más en la práctica médica: por ejemplo, por medio de la programación genética se pueden predecir y evitar enfermedades. Esta novedad cruza la dimensión ética con la ingeniería social, la biopolítica nos puede ayudar a entender potencialidades y riesgos de profundizar en el camino de atravesar lo que es biológico con lo que es tecnológico, el saber científico aplicado al cuerpo.

En estas líneas se ha intentado determinar algunas cuestiones para pensar el panorama al cual nos asomamos cuando hablamos de inteligencia artificial. Son algunos de los múltiples aspectos del asunto, es claro que hay mucho para decir y pensar para caminar ese camino de la forma mas sana posible. El mundo esta cambiando de forma muy acelerada por el impacto de internet y el mundo es, en muchos países, muy desigual. Por eso es necesario estar alertas a que, al ingresar al futuro, lo hagamos desde nuestro lugar y nuestras costumbre, pero también, que cuando suframos el impacto de todo lo dicho y teniendo en cuenta el lugar que nuestro país ocupa a nivel geopolítico, tengamos presente las aristas y posibilidades de todo eso.

Es claro que existen muchas posibilidades positivas. Desde curar enfermedades, evitar pandemias, mejorar la distribución de la información, simplificar trámites diarios, acortar distancias, pasando por la forma en que podamos usar AI en el arte y la cultura; y hasta la gestión política 2.0. Son muchas las áreas donde el fenómeno de la web 3 podría impactar positivamente y, en el mejor de los casos, así será. Posibilitando un futuro mas armonioso, menos bélico e injusto, donde haya menos contaminación y la democracia sea mas participativa. Donde el ser humano tenga mas independencia del trabajo y desaparezcan muchas enfermedades. Todo esto es lo que puede suceder para bien. En cuyo caso, habremos entrado a esta nueva era con conocimiento de causas y efectos suficientes habiendo observado el proceso con espíritu crítico.

Lic. Ignacio Agustín Fontana

[1] La hipótesis de Roko alerta sobre el advenimiento hipotético, pero inevitable, de una superinteligencia artificial en el futuro producto de la singularidad tecnológica, capaz de auto mejorarse recursivamente. En el experimento del basilisco de Roko, esta superinteligencia es llamada el basilisco.
[2] Para graficar las características de la 4ta revolución industrial, diremos que la primera esta basada en el vapor, la segunda en la electricidad, la tercera en la computación y la cuarta en la inteligencia.
[3] Según datos de la consultora relacionada a lo laboral Accenture, el 37 % del total del empleo en el sector privado de Argentina podría ser automatizado casi por completo en la siguiente década y media.
[4] Al respecto escribí hace un tiempo sobre esto: https://ignaciofontana.blogspot.com/2022/02/criptomonedas.html
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Gus

Hola! Leyendo tu artículo que está muy bueno creo que quizás lo que determinó la perdida de oficios en la industria gráfica no fue la llegada del Photoshop para los diseñadores gráficos. En los últimos años de los 80 y durante los primeros de la década del 90 lo que sucedió fue la digitalización de los procesos de preimpresión para la impresión offset, sustituyendo oficios como el de fotografía fotomecanica y el matrizador y tambien del operador de scanner. Lo que se empezó a modificar primero fue eso, y los diseñadores tuvieron que comenzar a utilizar Illustrator y pagemaker para realizar originales reemplazando la composición en cartón. En los talleres gráficos si se empezó a utilizar el Photoshop para procesar las imágenes que aún se escaneaba en diapositivas y fotos papel. La composición en Photoshop e Illustrator y quark reemplazo el oficio de matrizador así como las impresoras digitales reemplazaron otros oficios como el de sacapruebas progresivas, matchprint y cromalines.
Los diseñadores luego tuvieron que incorporar Photoshop y hacerse cargo del retoque de imágenes.
Cabe mencionar que todo esto durante el menemismo logro la precariedad total del trabajo de diseño se modifico la estructura cuando las imprentas incorporaron diseño a su planta ya que era más accesible un sueldo congelado y sin paritarias o ennegro que la compu y las máquinas de impresión.
Todo esto es muchísimo más extenso y lo narro desde primera persona, fue una época nefasta dónde no se capacitó a nadie para utilizar programas que además venian en inglés. Era bastante joven y pude asimilar los cambios como diseñador y además trabajador de esos oficios que mencioné. Tuve compañeros de edad adulta con años de experiencia que se quedaron afuera del rubro y con muchos casos de depresión que los llevaron a enfermedades y muerte.